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Por todos es conocida la fama del chocolate astorgano, pero pocos saben de dónde proviene el hecho de que este delicioso dulce se preparase con tanto mimo en la ciudad de Astorga, que llegó a tener hasta 51 fábricas censadas en torno a 1925.
Fue Hernán Cortés Monroy Pizarro Altamirano, conquistador de México, quien se enamoró de este fruto portador de energía y vitalidad. Él mismo trajo las semillas en 1528 al rey Carlos I y, por supuesto, las incorporó a la dote de su hija María cuando iba a casarse con el heredero del marquesado de Astorga, D. Alvar Pérez de Osorio. El matrimonio finalmente no se celebró, pero este hecho no impidió que el preciado fruto desarrollase su elaboración en la capital maragata.
Al principio líquido y amargo, el chocolate se fue convirtiendo en dulce, gracias al abrigo de los monasterios de la zona, quienes añadieron el azúcar en su elaboración, convirtiéndolo en un pecado culinario irresistible.
Los viajes de los arrieros maragatos lo popularizaron en la península, y esto hizo que el chocolate extendiese su consumo y producción por todo el país.
No podemos olvidar que el chocolate es un excelente alimento que, entre otras propiedades, contiene serotonina, considerado como un antidepresivo natural. ¿Quién puede resistirse a una taza de chocolate caliente en invierno, acompañado de unas mantecadas o unos churros recién hechos? ¿O a un pedazo de chocolate con almendras? Sin duda, le debemos a Hernán Cortés este milagro gastronómico que no puede faltar en nuestra alacena.
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